jueves, 25 de octubre de 2012

El suelo de Marte, como el de las ciénagas de México


Un equipo de investigadores analiza las comunidades bacterianas de Cuatro Ciénagas que han sobrevivido en estas inhóspitas pozas desde los comienzos de la vida en la Tierra

A la izquierda, Cuatro Ciénegas, y a la derecha, el cráter Gale por el que se mueve «Curiosity» en Marte

El suelo de Cuatro Ciénagas, en Chihuaha( México) es como el que pisa el «Curiosity» en el planeta marciano, tal y como revelan los resultados de unas investigaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicadas en la revista «Astrobiology».

«Cuatro Ciénegas es un extraordinario análogo de Marte, ya que tanto en este terreno como en el cráter Gale donde el 'Curiosity' explora actualmente el planeta rojo, se formó el yeso por la acción del fuego bajo el agua», explica a SINC Valeria Souza, ecóloga evolutiva líder del estudio.

La investigadora aclara que para formar yeso se requieren compuestos del azufre del magma y minerales del mar (carbonatos y moléculas con magnesio). En el caso de la cuenca de Cuatro Ciénegas, el magma fue muy activo bajo el mar. De hecho permitió desplazar los continentes durante el Jurasico: «Aquí se abrió el supercontinente Pangea hace 200 millones de años, moviendo el hemisferio norte desde el ecuador a donde está ahora».

Una máquina del tiempo

En el caso de Marte, los científicos no han confirmado si en algún momento hubo movimientos tectónicos en su corteza, pero piensan que un gran meteorito cayó en su mar primitivo. El hecho de que las sondas hayan detectado yeso en el cráter Gale indica que hubo agua rica en minerales, y que el azufre se pudo producir por el impacto del meteorito que originó este cráter.

No es fácil encontrar un lugar en la Tierra similar a ese ambiente marciano, salvo Cuatro Ciénegas, de ahí que los astrobiólogos se afanen en comprender cómo funcionan sus comunidades bacterianas.

Este oasis en mitad del desierto de Chihuahua es una máquina del tiempo con organismos que, juntos como comunidad, no solo han trasformado nuestro planeta azul, sino que han sobrevivido a todo tipo de extinciones, y «sus genes nos pueden contar como lo lograron», dice Souza.

Su equipo ha analizado los «metagenomas», el genoma de las distintas comunidades bacterianas que proliferan en estas ciénagas, adaptando estrategias paralelas para resolver el reto de sobrevivir en un lugar con tan pocos nutrientes.

Pozas verdes, rojas y azules

Existen dos comunidades bacterianas en distintas pozas. Una es verde, formada por cianobacterias y proteobacterias adaptadas a la falta de nitrógeno, y otra roja, compuesta por Pseudomonas y otros microorganismos que viven sin apenas fósforo. También hay pozas azules, en general más profundas y sin nutrientes.

«Entender las estrategias del uso y aprovechamiento de elementos como el fósforo es necesario para comprender lo que podría pasar en escenarios extremos como los de otros planetas, donde posiblemente se tenga una fuerte limitación en este y otros nutrientes», comenta Luis David Alcaraz, investigador mexicano que participó en el estudio desde el Centro Superior de Investigación en Salud Pública de Valencia.

Fuente: http://www.abc.es

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